lunes, 26 de diciembre de 2016

LAS GIMNOSPERMAS



Hace 400 millones de años, aparecen en la Tierra los helechos, las primeras plantas con raíz, tallo y hojas. 150 millones de años después surgen las gimnospermas y, en poco tiempo, se convierten en la vegetación predominante del planeta, ocupando la mayor parte de la superficie terrestre.



Sin embrago, a día de hoy, las gimnospermas sólo representan el 1% del total de especies vegetales existentes, lo que supone alrededor de unas 700 especies.
Las más frecuentes son las CONÍFERAS, grupo al que pertenecen especies como los pinos, los abetos, los cipreses o las secuoyas. Pero además en la actualidad encontramos otros grupos menos abundantes de gimnospermas como las cycas, los gingos y las efedras.


Una manera sencilla de diferenciar los grandes grupos de gimnospermas es observando la forma de sus hojas:

Las gimnospermas carecen de verdaderas flores con pétalos, pistilo y estambres como las de las angiospermas. La función reproductora la asumen un grupo de hojas fértiles modificadas en forma de escama. Las escamas se agrupan en torno a un eje central formando lo que llamamos CONOS o ESTRÓBILOS. Hay escamas polínicas, encargadas de producir polen, que forman los conos masculinos. Y hay escamas seminíferas, encargadas de producir óvulos, que forman los conos femeninos.


La mayoría de las especies son MONOICAS, es decir presentan estructuras reproductoras femeninas y masculinas por separado aunque en el mismo pie de planta. Pero también encontramos especies DIOICAS, con los conos femeninos y masculinos en distintos pies de planta, como es el caso de los géneros Ginkgo y Taxodium. Para que tenga lugar la fecundación el polen debe viajar desde los conos masculinos hasta los femeninos. Dicho transporte se produce mediante el viento.

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