domingo, 1 de enero de 2017

BANCO DE SEMILLAS

Las plantas en los ecosistemas

  En el planeta Tierra encontramos una franja habitada por millones de seres vivos. Éstos, no viven aislados unos de otros, sino que se relacionan entre sí y con el medio que les rodea, formando lo que llamamos un ECOSISTEMA. Existen multitud de ecosistemas diferentes, cada uno con sus características concretas. En todos ellos las plantas cumplen un importantísimo papel. Proporcionan oxígeno a la atmósfera, actúan de sumideros de CO2, regulan la temperatura y la humedad ambiental y airean y sujetan los suelos. Además, sirven de cobijo a los animales y, al ser capaces de fabricarse su alimento a partir de luz del sol, aire y sales minerales, suponen la base de la cadena alimenticia. 

    Pero nuestra actividad diaria no pasa desapercibida para la naturaleza. Generamos mucha basura, provocamos incendios, contaminamos el agua y el aire, talamos bosques, construimos y poco a poco vamos gastando todo lo que nos ofrece el planeta. Sin embargo no todo es negativo, desde hace ya algunos años se han ido tomando decisiones encaminadas a preservar el planeta y la vida que hay en él. Hemos creado espacios naturales protegidos, se utilizan cada vez más fuentes de energía renovables, como los paneles solares o los molinos de viento. Se han puesto en marcha multitud de plantas de reciclaje y se controla a las empresas para que contaminen lo menos posible.



    Hasta ahora se ha visto como el ser humano transforma y utiliza la naturaleza para sobrevivir. Este gasto cada vez es mayor, afectando directamente al equilibrio de los ecosistemas y con ello a la supervivencia de otros seres vivos. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) elabora un listado mundial, conocido como la Lista Roja, en el que aparecen todas las especies animales y vegetales en peligro de extinción. Además, se publican los Libros Rojos de las especies amenazadas, en los que se describen cómo son, dónde viven, qué amenazas tienen y qué podemos hacer para protegerlas. En España tenemos, por ejemplo, “El Atlas y Libro Rojo de la Flora Vascular Amenazada” (2003) que proporciona datos acerca de las características propias que definen a cada planta, su biología, hábitat, distribución, demografía, amenazas, formas de conservación y medidas propuestas.

Polinización
   Los granos de polen viajan transportando gametos masculinos hasta los pistilos de las flores, donde se producirá la unión con los óvulos (gametos femeninos). Tras la fecundación, la flor se transforma dando lugar al FRUTO. La parte más interna del fruto es la SEMILLA. La semilla es el embrión de una nueva planta y al caer en la tierra germinará. Cada especie vegetal tendrá una semilla diferente. Las hay de multitud de formas, tamaños y colores. Los frutos rodean las semillas encargándose de su protección, pero también son los encargados de evitar que germinen unas muy cerca de otras. Muchos de ellos tienen mecanismos y estructuras que les permiten transportarse a grandes distancias. Algunos tienen alas para empujarse con la acción del viento. Otros son comidos por los animales y expulsados después con las heces a kilómetros de distancia. Hay frutos que tienen estructuras en su superficie que les permiten engancharse al pelo de los mamíferos y otros pueden flotar y germinar en playas muy alejadas de su lugar de origen. Incluso hay frutos que se abren liberando con fuerza las semillas.


Banco de semillas

Un banco de semillas es un lugar donde se almacenan y conservan semillas en buenas condiciones. De esta forma, si fuese necesario, pueden ser utilizadas para replantar bosques, cultivos o recuperar especies en peligro de extinción. Los bancos del mundo entero intercambian semillas para enriquecer y aumentar su colección. Así, en caso de que alguno sufra un accidente y pierda sus semillas, quedarían sus duplicados almacenados en el resto de jardines botánicos. Para saber qué especies tiene cada banco, una vez al año se publica un pequeño libro llamado Index Seminum, en el que aparecen los datos de todas las semillas almacenadas.

  
El trabajo en un banco de semillas

El primer paso para conservar una semilla es salir al campo a recolectarlas. Es muy importante anotar la fecha y el lugar de recolección así como la especie a la que pertenece. Además de la semilla también se recoge un ejemplar de la planta entera que prensaremos e incluiremos en la colección de plantas secas del herbario del Jardín. Las semillas y la planta estarán identificadas con el mismo código de números y letras. Así siempre sabremos con seguridad a qué especie pertenecen.
Una vez en el banco tenemos que limpiar y secar las semillas. Si no quitamos bien el agua se pudrirán. Luego las contamos y las introducimos en sobres de papel. Después iremos almacenándolas entre algodones dentro de un tubo etiquetado que contiene gel de sílice. El gel de sílice absorbe el agua evitando que las semillas se estropeen. Cuando el gel se llena de agua cambia de color, entonces sabemos que ha llegado el momento de cambiarlo. Por último, los tubos se conservarán en grandes congeladores a una temperatura de -10 Cº que mantiene a las semillas adormiladas. 

Ya tenemos nuestras semillas en los congeladores. En un futuro, cuando sea necesario, podremos descongelarlas y utilizarlas para replantar bosques y cultivos, para realizar investigaciones o para intercambiarlas con otros bancos de semillas. Para asegurarnos que las semillas que guardamos están vivas y podrían cultivarse, de todas las recogidas en el campo, unas cuantas las vamos a plantar y observaremos su crecimiento. Si nacen y crecen con normalidad es que hemos recolectado unas buenas semillas para nuestra colección.




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